BETTER/20 INCH

LABIUS BAR

De ir caminando cualquier madrugada por los alrededores del barrio en donde vivo, con la convicción de que nada logrará entrometerse en mi camino de regreso a casa, de repente el guiño de un insecto de neón, mas bien el titilar de ese pequeño anuncio fluorescente que logra atraerme hasta sus redes, con la promesa del All Night long del Lionel Ritchie sonando desde su oscuro interior, decido una vez mas entrar a ese antro de mala, mala, mala, mala muerte que es el Labius Bar.

Aquel localcito que Monica Campbell levanto hace casi 20 años en el sur de la ciudad, en pleno sector residencial de la ciudadela 20 de julio y que aun sigue siendo igual de caluroso, igual de reducido, pero igual de barato que hace veinte años.

Al entrar a la primera que veo en un rincón con su largo Pall Mall encendido viciando la atmosfera, es a la Karolain y como no verla?, con ese cuerpo de luchadora de sumo, ahí en el rincón de la barra de donde no se mueve para nada. Allí esta apretujada la chica Buda travesti, triste niña gorda sin su paleta, ahí la veo de vez en vez, sacando de su diminuto bolso de cuerina blanca la brocha o el pincel con el que trata de reparar su descompuesto semblante.

Es inútil, todos lucimos patéticos a esta hora, tratando de tragarnos lo que queda de la noche en esta discoteca sarcófago, vampiros que compartimos irresponsablemente esta sangre contaminada: -Quieres mas?. Todos quieren mas, por eso brincan de felicidad, de histeria, el infierno esta a la vuelta de la esquina de donde me refugio me digo a mi mismo recordando el coro de una vieja canción de Tricky que ya no comparto con nadie.

Me he vuelto mezquino, hipócrita y degenerado con los años, debo confesarlo, pero déjenme enseñarles los corredores de mi alma, no ,no! mejor no, es algo peligroso, como ese chico que esta parado junto al baño, es bello y malvado, solo denle una oportunidad y lo tendrán rociándole gasolina a su camas.

All night long sigue sonando pero cada vez la noche es menos larga, y el bar espira sus últimos fuegos, cada vez mas la noche pierde peso, gramos de su negrura de sombras, todos se buscan en los bolsillos, todos hemos perdido algo esta noche, dinero, números de teléfono, llaves.

Un travesti borracho se tambalea tratando de hallar el brillo falso de un pendiente entre las colas de cigarros y escupitajos del suelo, alguien ha visto un reloj dice una loca desesperada a la que la hora de vuelta a casa se le ha extraviado, pero nadie la escucha a pesar de que quiere con sus gritos llamar la atención, es un reloj azul con unos delfines dentro, insiste de un lado al otro como si hubiese perdido la mas valiosa de las joyas.

Por fin el maldito All night long termina y Madonna suena a todo timbal, pero no la Madonna de los últimos años, la espiritual y ama de casa, aquí aun pervive la mas clásica de todas, esa misma que esta allí en el afiche de al fondo con su corsé dorado y sus tetas de cono, entonces el vogue hace que los años noventas vuelvan por breves minutos al Labius Bar que es como una máquina del tiempo descompuesta, a donde arriban cada sábado los mas bizarros personajes, el Labius bar y su decoración de pacotilla, su clientela de pacotilla entre la que me cuento, como las pocas monedas que me gasto en un par de cervezas y un cigarrillo barato, el que me voy fumando a medida que me alejo del eco amortiguado del Labius Bar

-Ey espera ahí. Es el chico del bar.

-Yo?

-Si tú. Me dice y sonríe

-Y que quieres hacer, le pregunto.

-No se, lo que tu digas, pero ya sabes…

-Pero no traigo dinero encima, solo este reloj, mira que lindo, con delfines nadando en su interior, se le vería muy lindo a tu novia, tienes novia?

-Bueno yo…