DIVA JESSURUM

Una amarga visita a la Peluqueria Tiffanys

Como una pesadilla al mediodía(Cuando el sol de estos lados le arruina el buen humor hasta a el mas tolerante y borracho de los payasos) la voz chillona de una pajarraca periodista, un “orgullo local” que se la pasan como pelota caliente de una canal televisivo al otro; taladra nuestro oídos con su ráfaga de chismes faranduleros.

Corre, ve y dile a todos que Diva Jesurum, con el mínimo esfuerzo, al igual que el lagarto de pantano, inmóvil en su Victoria Regia, aguarda el momento preciso para enrollar en su lengua lisonjera a quien primero cruce su camino. Luego engulle, digiere y trasboca sus miserias periodísticas, esas arduas investigaciones por los sets televisivos, buscando la primicia, el tacòn quebrado de la actriz que se paso de copas en un bar la otra noche. Escarbando en los archivos del votox y la silicona, que guardan sin ninguna reserva los cirujanos de la farándula nacional. Sacando a la luz publica los fatuos misterios, como la edad de la Grisales(Diva real), o la discutida sexualidad de Mr X.
Para finalmente, comprimir en sesenta segundos de rumores, pura basura empacada al vació que le embuten en la boca al colombiano promedio quien ríe y llora con las aventuras de su Holliwwod chibcha.

Todo un talento de exportación esta señora Jesurum, a quien luego aplauden por sus hazañas, homenajeándole en una universidad privada(léase Universidad Autónoma De Barranquilla) con auditorio a reventar de esos nuevos periodistas, quienes aspiran con seguir el camino rastrero de la Diva. El minutito de fama al cierre de algún noticiero nacional.

El país se resquebraja a cada segundo, y no hay cosmético que cubra esa grieta espantosa. No hay modelo del momento que pueda evitar con sus pucheros de tocador que las quiebra patas vuelen patas y cabezas, mientras a ella no se les mueve un pelo.

-Trágame tierra!

La realidad es otra señores, el reallity colombiano es muy diferente, sus participantes no corren con tanta suerte como en la tv. Los eliminados de este juego violento salen en cajitas de madera envueltos en papel regalo tricolor. Así llegan a sus casitas, sin el premio de los trescientos millones, sin la fama de los reflectores y la lluvia de confeti, llegan si acaso completos para ser llorados y olvidados. Y no hay cámara, no hay productor extranjero que meta el diente, en estos concursantes sin nombre, sin vida publica que den de que hablar, privilegio reservado solo para nuestras estrellas nacionales, esas mismas que le llenan el buche a estos buitres del periodismo ligero, a los que algún día tendremos la oportunidad de darles un pastelazo en la cara.

Ahora señoritas: las risas!